3 de septiembre de 2008

El mundo de Sofía

Cuando comencé a escribir este post había olvidado lo increíble que era esta historia. Y no lo digo de agrandada, si no de sorprendida, porque estoy increíblemente agradecida de poder contarla.
Este es uno de los mejores momentos de mi vida. ¡Sí! después de tantas desil
usiones amorosas, inseguridades e indecisiones con respecto a cómo empezar mi camino por la vida, aquí estoy. Decidida, feliz, entusiasmada…
Pero en esta época tan feliz me hace falta alguien que me acompañó durante la etapa de formación más importante, en las buenas y malas. Quiero contar esta historia en honor a mi ¿maestro? ¿amor único? ¿amigo?, con quien hace seis años me encontré.

En el 2002, cuando tenía catorce años, estaba chateando en una sala general de un sitio web y una persona escribía “Quiero hablar de poesía, ¿hay alguien?”. “Yo, yo, yo” empecé, pero esta persona no me contestaba. Empacada, salí del chat y me cambié el apodo. Mágicamente, cuando volví a entrar me
habló.
Resultó ser un colombiano de veintiocho años, fascinado por l
a poesía, filosofía, psicología y la religión. De hecho era profesor de Filosofía. Su nombre es Arley. Me recomendó que leyera “El mundo de Sofía”, una novela de Jostein Gaarder que cuenta de manera increíblemente amena y fantástica bastante sobre la historia de la Filosofía. Nos dimos nuestras direcciones de mail, y a los tres días le quise escribir, pero el correo me llegó rebotado.
No saben lo que fue para mí no poder comunicarme con él, pensar que toda posibilidad de contacto con esa persona que me había ofrecido un curso de Filosofía vía internet se había esfumado. Hasta le escribí una carta, en la cual decía que me había encantado hablar con él y esperaba poder algún día darle aquella carta, que esa conversación no hubiera quedado en eso.

UNA LOCURA.

A los dos o tres meses le envié otro mail y felizmente, obtuve respuesta. Allí empezó el increíble curso de Filosofía, y la “relación” más importante de mi vida. Previsiblemente casi al llegar a los quince años me enamoré a distancia, con un amor platónico, indescriptible, que una nena puede tener.

Él se hizo cura al poco tiempo, y yo después maduré. Pero el AMOR real y especial fue madurando, manteniéndose fuerte. Nos escribimos y llamamos por teléfono, nos enviamos libros y cartas, remeras, café colombiano, mate. Hasta le envié un osito de peluche al que le había puesto su nombre.

Nuestra historia era como la de Sofía Amundsen y Alberto Knox (del libro que me había recomendado) pero a lo argento-colombiano; éramos un Pigmalión y una Galatea (leyenda griega de un escultor que se enamora de su creación).
Llegó el momento en que gracias al universo, en el 2004 cuando ya tenía dieciséis, a él lo enviaron a Paraguay en avión y tuvo que hacer escala en Buenos Aires. No lo dejaban bajar por algo de las tasas, de inmigración y de quién sabe qué cosa, y yo estaba con mi mamá en Ezeiza a las siete de la mañana esperándolo. Nos hablábamos por teléfono y me decía que no lo dejaban pasar, yo lloraba y pedía pasar pero no me dejaban. Tenía mi libro de Jostein Gaarden amarillo y pesado en las manos, y lo agarraba como para mostrarlo y decir “No me pueden hacer esto, es muy importante”, y decía “Puede ser la única posibilidad que tenga de ver a esta persona” pero el rotundo “No” me desilusionaba cada vez más. Recuerdo que me senté rendida, sin esperanza, dándome cuenta de que no vería a Arley. Fue una sensación horrible, jamás había perdido la esperanza así. Y sonó el celular…

Me dijo que estaba en el primer piso. Subí corriendo las escaleras mecánicas, pero no vi a nadie. Para ese entonces todo el aeropuerto sabía ya que me tenía que encontrar con Arley, y dos guardias al verme me preguntaron qué había pasado finalmente. Les dije que él me tendría que estar esperándome en ese piso pero no lo encontraba, y uno de ellos dijo: “Pero, ¿él era colombiano no?”, le dije que sí y
exclamó: “¡Ah! Ellos le dicen primer piso a la planta baja”. Bajé, parecía desesperada: y es que lo estaba. Los minutos escaseaban, deberíamos haber tenido dos horas para charlar y abrazarnos, en cambio quedaban menos de veinte minutos. Nos encontramos, nos vimos, nos abrazamos (en la foto está inmortalizado ese momento gracias a mi mamá), y aunque fueron quince minutos, atesoré cada uno de ellos.
El tiempo pasó, seguimos siempre hablando, luego de habernos conocido todo era mucho más real, más cercano. Cuando terminé el secundario me inscribí para Filosofía, y como regalo de graduación le envió un giro a mi mamá para que me comprara un rosario de oro. Ella me contó que cuando fue a hacer la transferencia en el banco, le dijeron que venía con un mensaje. ¿Cuál era? “El amor no tiene geografía”.

En fin...básicamente esa es la historia más importante de mi vida. Arley es mi amor eterno, no importa que ame a una pareja más que al mundo, él siempre va a tener un lugar privilegiado en mi corazón y en mi ser que no se borra, que no se cambia ni se reemplaza por otro. El amor que tengo por él es único, una mezcla entre amor de pareja, familiar, amistoso. Quiero usar ese rosario el día que me case y que él sea el cura que lo haga, quiero verlo de nuevo ahora que está viviendo en Chile, quiero seguir escribiéndome toda la vida como hace ya seis años. Si no fuera por él, yo no sería quien soy ahora. Fue el mejor regalo que el destino me pudo dar.

20 de julio de 2008

Milonga de mis amores, un año sin vos.

Los aniversarios suelen ser felices. Cada año que pasa es símbolo de algo, como cuando un hijo cumple su primer año de vida o hace un año se está en una relación con otra persona. Hoy voy a escribir algo muy personal. Este tema me está rondando la cabeza y el corazón desde hace justamente un año.
Entre otros calificativos, podría decirse que soy (o era) bailarina de tango.
Comencé hace cuatro años y medio, cuando no tenía todavía dieciséis años. Era muy inocente, y un aparato: la primera clase fui con unos jeans negros, una pollera encima, una remera gigante de color rojo, y zapatillas negras con cordones fucsias. El punto es que desde ese día comencé a tomar clases algunos sábados al mes, y luego todos mis sábados se volvieron tangueros. Peor aún fue cuando conocí las milongas. Los sábados se convirtieron en clase y milonga, y cuando terminé el secundario abusé del dinero que hacía trabajando y me iba unas cinco o seis veces por semana a bailar.
Una vez que uno se mete en el tango, difícilmente salga, siempre sostendré esto, aunque desde hace varios meses empecé a comprender a la gente que sí salía del mundo milonguero, o los que aparecen parcialmente.
Digo parcialmente porque cuando una iba casi TODOS los días, por supuesto que le parecía que quien iba una o dos veces por semana iba en forma esporádica.
El tango me vio madurar, me acompañó la primera vez que rompieron mi corazón juvenil, y la segunda también. Es decir que aunque mucha gente que no conoce piense que el tango es para viejos o siempre es triste y melancólico, no sólo son las letras lo que importa en el tango, es todo. La gente, el ambiente, el ego, el contacto, el ritmo, el abrazo, la noche, los zapatos, las miradas, el cabeceo, todo el ritual que significa sumergirse en el mundo del tango y ser devoto. Creo que todo esto encierra más que el concepto de “viejo” y “triste”.
Sí, el tango es melancólico, pero jamás me dio más tristezas de las que ya tenía. Un amigo me dijo una vez que él había entrado en el mundo del 2 x 4 en un muy mal momento de su vida, y que al escuchar las letras, él sentía que aquellos cantores le decían “yo también lo pasé”, y lo confortaba. Él baila excelente y es la persona con la que más conexión tuve bailando en mis buenos momentos. Es algo rarísimo e inexplicable, porque con muchas personas uno puede disfrutar bailar inmensamente, pero creo que encontrar ESA conexión de…no sé, no de predecir lo que va a
hacer el otro, pero sí sentir lo que va a hacer como si uno mismo fuera a ejecutar el movimiento, y no simplemente a responderlo (como tengo que hacer yo que bailo en el rol de la mujer).
En julio del año pasado fui a Córdoba Capital. Me dolían las piernas, al volver a Buenos Aires me diagnosticaron tendinitis. Pero no era un dolor importante, era como si tuviera las piernas duras. Pensé que era por el frío, o por no estirar. Disfruté de las milongas de Córdoba, y fui a bailar todas las noches.

Me recomendaron que tomara ibuprofeno y me pusiera hielo. Lo hice, pero al no estar conforme fui a otro traumatólogo. Me dieron sesiones de kinesiología, las hice, hice más y más y más y más sesiones de kinesiología. Pasaron los meses, y un traumatólogo dijo que quería inyectarme corticoides en la bursa (es una “bolsa” que amortigua el contacto entre las articulaciones y los tendones y músculos), así que salí disparando. Otro me dijo que era una combinación de muchas “itis” (bursitis, tendinitis, trocanteritis), y por fin, en diciembre di con un traumatólogo que me dijeron atendía muchas bailarinas clásicas. EN FEBRERO me atendió, me revisó y me dijo que para él no era una lesión en las piernas, sino que venía desde la cadera. Me hice una artroresonancia magnética de la cadera en la cual tuvieron que inyectarme por la ingle el líquido de contraste. Hermosa experiencia. En abril finalmente recibí mi diagnóstico certero: ruptura de labrum de los dos lados de la cadera.

El labrum es una membrana que rodea la cabeza del fémur, y al romperse (aunque sea un poquito, como en mi caso) causa dolor en la zona de la cadera, las piernas, acorta los movimientos, y repito: causa dolor.
Vamos a la práctica: lo que siento es una pesadez increíble en las piernas, como si estuvieran clavadas al piso (totalmente contrario a lo que tengo que hacer cuando bailo, y que lo hacía antes de mi dolor de piernas), siento cansancio porque me esfuerzo mucho cuando camino, hay veces que me duele menos, mas. Me duele si duermo de costado, tengo que dormir con una almohada en medio de las piernas o abajo si duermo boca arriba, me duele toda la parte de la pierna arriba de la rodillas, los gemelos me matan.
¿Cómo pasó? Porque tengo entre 10 y 15 kilos de más que debo bajar, y al bailar en puntitas de pie con tacos de diez centímetros, sobrecargué a mis débiles piernas.

¿Cómo se cura? La realidad es que con cirugía. Pero como soy joven, si bajo de peso, tomo las pastillas para la regeneración del cartílago, y hago kinesiología, tal vez en un LARGO (con mayúsculas e indefinido) tiempo se cure sólo.
Ya sé que no es la muerte. No me cortaron una pierna. Pero la suerte (y sin quererlo yo mismo) me sacó algo que era muy importante por mí. Trataré de recuperarlo nuevamente, pero el camino es difícil. Y no hablo sólo por la dieta, el dolor y las molestias. Hablo del llanto.

Perder aunque sea temporalmente al tango, fue como si me rompieran el corazón por tercera vez.

Casi todos hemos experimentado la sensación de escuchar una canción que nos transporta a otro lugar, a años anteriores, sintiendo casi el mismo cuerpo que teníamos en aquel entonces, la misma historia, el mismo aroma, el mismo ambiente. Eso me pasa con el tango, y realmente cada vez que sucede, cuando hay tangos que me recuerdan mucho mis noches más gloriosas, en las cuales bailaba como loca, conocía gente, y estaba contenta, entusiasmada; es inevitable que me llene de tristeza y me den unas ganas tremendas de llorar.
Me pasa seguido. Tengo que ir al baño para llorar dos minutos ahí y descargarme, así por lo menos no le arruino la noche a nadie, además de a mí misma. A veces algo sucede y me pongo un poco contenta, la noche repunta, pero la mayoría me voy con una sensación de vacío e impotencia, de sentir que voy a tener que esperar mucho para volver a poder ser lo que era antes adentro de una milonga.
El ambiente también me puede: la competencia, el ego, las miradas. Casi todo el universo tanguero se basa en las apariencias, y si bien he conocido gente con quien tengo una estrecha amistad, son casos aislados. Me encuentro con gente y me pongo contenta, pero en otros casos ver a algunas personas es una puntada en el estómago. Me dan ganas de vomitar.

Con todo esto quiero decir que es muy difícil para mí no bailar, no poder dar lo que daba antes, dar menos de la mitad de lo que podía, bailar mal para mi gusto, bailar con personas que antes bailaban conmigo y me decían que era una pluma, y ahora yo sabiendo que soy lo más pesado que puede haber. No es que soy una principiante y no sé de lo que me pierdo. Sé lo que me estoy perdiendo, y por más que todo el mundo me diga “Ya te vas a mejorar”, no me importa. El tiempo este, “aunque sea joven, y ya vaya a mejorar, y tenga tiempo”, nadie me lo devuelve y yo lo quería porque me hacía feliz pasar tiempo en el tango. Y me pongo triste, me pongo nerviosa, y así es como no puedo disfrutarlo.
Espero que pueda hacerlo otra vez.

2 de julio de 2008

No seas tan cruel

El experimento sobre obediencia de Stanley Milgram.
Stanley Milgram fue un psicólogo de la universidad de Yale, quien en 1960 realizó un experimento con más de mil personas para descubrir el origen de la obediencia ciega y sumisión a la autoridad. Quería descubrir hasta dónde podía llegar el ser humano a obedecer, aún cuando la orden fuera dañar a una persona inocente.
Existen dos versiones sobre qué fue lo que incitó a Milgram a la realización del estudio. La primera se relaciona con el juicio de Adolf Eichmann, quien fue condenado a muerte por crímenes contra la humanidad durante el nazismo. Él fue el encargado de planear el proceso de recoger, transportar y exterminar a los judíos. Cuando fue juzgado, él dijo no entender por qué los judíos lo repudiaban ya que sólo estaba siguiendo órdenes. En la cárcel, escribió en su diario: “Las órdenes eran los más importante para mi vida, y tenía que obedecerlas sin discusión”.
A Milgram le intrigó cómo una persona común y corriente podía someterse a la autoridad y cometer atrocidades contra otras personas.

La segunda corresponde al experimento del psicólogo social Salomon Asch, quien había realizado estudios sobre presión grupal, y como resultado había encontrado una gran conformidad que presentaban los sujetos al contestar mal a preguntas que, aunque sabían que la respuesta era incorrecta, respondían de esa forma por seguir a la mayoría –cómplice del experimentador, que contestaba mal apropósito-. Quienes elegían responder correctamente, yendo en contra de la mayoría, se sentían molestos y descubiertos.

Cualquiera sea la inspiración de Milgram, comenzó el experimento publicando un aviso en el cual solicitaba personas (1) de veinte a cincuenta años, de diversas clases sociales y roles laborales, que estuvieran dispuestos a donar una hora de su tiempo para ganar cuatro dólares en un experimento sobre la memoria.
Concurrían personas de a pares, y se les repartían papeles con el rol que representarían en el experimento. Uno de ellos sería el profesor, y otro el alumno. Se les explicaba que era un estudio sobre la influencia del castigo en la memoria, y de cómo éste podía influir en la capacidad de recordar lo aprendido. En realidad, los dos papeles contenían el rol de profesor, ya que quien participaba como alumno era un actor cómplice del experimento.

El experimento consistía en lo siguiente: el “profesor” leía una pareja de palabras y el “alumno” –quien estaba sentado en una silla eléctrica en otra habitación-, cuando se le leía la primera palabra solamente, debía responder la que acompañaba a la primera. Si el alumno respondía incorrectamente, recibía una descarga eléctrica. La descarga comenzaba en 15 voltios, y terminaba en los 450.
El profesor sentaba en una silla eléctrica antes de comenzar, y se le realizaba una descarga de 45 volteos, para que supiera lo que se sentía. Luego se dirigía a otra habitación, en dónde sería supervisado en todo momento por un experimentador(2). El profesor y el alumno se hablaban mediante un comunicador.
En realidad las descargas eléctricas hacia el alumno no existían, sino que previamente se había pautado la actuación de dolor: a partir de los 150 voltios el “alumno” gritaría de dolor y exigiría abandonar el experimento, más avanzadas las descargas, gritaría agonizante que no puede ya soportar el dolor. Luego de los 300 voltios, el alumno dejaba de responder y no daba señal de vida.

Como era de esperarse, el profesor se ponía muy nervioso y consultaba reiteradas veces a la “autoridad” más cercana, el experimentador. Éste le daba cuatro tipos de respuestas: “Por favor continúe”, “el experimento requiere que continúe”, “es absolutamente esencial que necesario que continúe” y “no tiene elección, debe continuar”. Si el alumno se negaba a continuar luego de las anteriores, el experimento terminaba.

Las reacciones de los profesores variaban: algunos reían nerviosamente, otros se alteraban y enojaban. Pero había un denominador común: a todos les interesaba, en algún momento del experimento, quién se hacía responsable de lo que sucediera. En el video original hay un dialogo entre el profesor y el experimentador que ilustra esto.
P: ¡Él podría estar muerto allí! ¿Quién va a hacerse responsable por esto?
E: Yo me hago responsable por todo lo que sucede aquí. Continúe.
P: Está bien.
Es increíble escuchar esta conversación, y ver que luego el profesor continúa aplicándole las descargas cuando se cree desligado de toda culpa, de toda responsabilidad por los actos que está cometiendo.
Más increíble es aún, saber que el 63% de las personas que se les asignó el papel de profesor, aceptó darle descargas eléctricas al otro, llegando hasta los 450 voltios, sólo porque se lo decía el experimentador.
Cuando al finalizar el experimento se les preguntaba cómo se habían sentido y por qué habían continuado, la mayoría contestaba “usted me dijo que continuara”.


Disonancia cognitiva
Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

La experiencia realizada por Milgram se relaciona íntimamente con la teoría de disonancia cognitiva, planteada por el psicólogo León Festinger.

La disonancia –o incongruencia- es un choque entre dos opiniones o sentimientos contrarios en una persona. Por ejemplo: si fumo, sé que estoy dañando mis pulmones. Sin embargo, encuentro una excusa cómo “no puedo dejarlo”, “es parte de mí”, “hay mucha gente que fuma y no tiene enfermedades”, para eliminar la disonancia.

En el caso del experimento de obediencia, el sujeto se encuentra ante este conflicto interno del cual ansía salir rápidamente. Él sabe que someter a otro ser humano inocente está mal, y sin embargo lo sigue haciendo. Se excusa pensando, por ejemplo; “los experimentadores saben lo que hacen”, “él me está pidiendo que continúe”, “es necesario que yo continúe para que se realice el experimento”, etc.

Esto demuestra que la persona necesita tener la razón para salir de este conflicto, lo cual es representado en la película “Como Ícaro” (I comme Icare), en donde se produce una dramatización del experimento de Milgram, aunque con contacto visual entre el profesor y el alumno, ya que estaban en la misma sala.

Mientras uno de los experimentadores y un investigador policial miran desde arriba el transcurrir del experimento, ven que el “profesor” trata de ayudar al alumno queriendo indicarle mediante gestos la respuesta correcta. Allí el experimentador que observa dice:

E: Trata de disminuir su conflicto ayudando a la víctima.
I: ¿Y si ese conflicto es tan insoportable, por qué no se detiene?
E:
Si se detiene reconoce que no debería haber empezado en primer lugar, si continúa, justifica todo lo que ha hecho hasta ahora.

Esto nos confirma lo anteriormente dicho: el sujeto quiere tener la razón y la necesita para salir de este conflicto.
Podemos concluir entonces, que todos tenemos este tipo de conflictos, desde en nimiedades hasta dilemas más importantes. Y casi todo ser humano, en condiciones extremas y similares a las planteadas en el experimento, es capaz de dejar su autonomía de pensamiento y someterse a la autoridad, obedeciendo ciegamente sin importarle qué daño pueda causarle al otro.

Notas de aclaración:

(1)
Según fuentes, el estudio también fue realizado a mujeres. En la transcripción del aviso original dice “personas” y no “hombres” únicamente. Los resultados en las mujeres fueron iguales que en los hombres, aunque éstas se mostraban más nerviosas y culpables.

(2)
Cuando la autoridad está cerca, es más fácil obedecer. La presencia de la mirada de alguien que vigila es una presión psicológica necesaria para la obediencia. Así como planteaba Michel Foucault con su teoría del panóptico en la cual la mirada constante y omnipresente de un vigilante hacía que los prisioneros no se revelaran.


Les dejo unos links de videos de youtube:
Experimento original: Link 1, Link 2
Película "I comme Icare": Link 1, Link 2

8 de mayo de 2008

El Idiota

La palabra idiota viene del griego idiotes, que significa “ciudadano privado y egoísta, que ignora los asuntos públicos”. Para los griegos era lo mismo ser ciudadano de la polis, y ser un humano, no podía separarse. Por ende, cuando se refieren a un “ciudadano privado”, es aquel que no participaba activamente de la vida política.
Pero el significado actual de esta palabra como todos la usamos actualmente, viene del siglo XIV de la palabra francesa “idiote”, persona ignorante o sin educación.
Hoy quiero dedicarle mi entrada a los idiotas del mundo. No se puede decir solo que “todos conocemos a un idiota”, porque el problema es aún más grave: estamos rodeados de ellos.
Lamentablemente en esta guerra no tenemos oportunidad de ganar. Aunque estemos mejor equipados y preparados que los idiotas, sabemos que jamás ganaremos contra ellos. No entienden por la lógica y el sentido común, las armas de cualquier ser pensante.
Pero a pesar de la indefectible derrota, algunos damos batalla. Por esto me he unido al F.L.I (Frente de Lucha contra la Idiotez), quienes han determinado que primero, para tener la mínima chance de ganar, hay que conocer bien al enemigo.

El idiota, características.
Hay distintos tipos de idiotas. Infinitos, de hecho. Pero así como el ser humano no puede separarse de su instinto animal de reproducirse, el idiota no puede escapar de algunos instintos comunes a toda su especie.
Idiota congénito: Este tipo de idiota no tiene remedio. Es aquel que nace, ha sido criado y ha madurado siendo un idiota. Las dolencias más comunes de ésta clase son la ceguera y sordera.
Idiota(s) por ósmosis: Las células de la idiotez llegan hasta nuevos idiotas donde no había un nivel elevado de idiotismo. Ej.: Supongamos que encontramos a un idiota sentado en un banco. Un ser humano se sienta a su lado y comienzan a charlar, el ser humano comienza a impregnarse de la idiotez del otro. Éste idiota se siente débil al ser aislado.
Idiota autónomo-pasivo: Éste tipo de idiota es el menos agresivo. Vive en soledad con su idiotez y rara vez la deja entrever, por lo que es difícil reconocerlos. No suele ser muy sociable, por lo que no representa peligro y rara vez los seres humanos normales le prestan atención.
Idiota intelectual: El idiota intelectual es una de las razas más virulentas y que más pulula por la sociedad. Éste idiota es inamovible: jamás podremos convencerlo de que está equivocado, jamás podremos hablar con él sin sentirnos invadidos por su imbecilidad, y puede provocarnos la necesidad de discutirle. Este tipo de idiota suele tener un delirio de letrado u artista fallido.
Idiota adolescente: Es el que siempre actuará como un estudiante de secundaria. No importa la edad que tenga, sus razonamientos tienen el mismo nivel que el de un púber.
Idiota violento: Es aquel que resuelve todo a los puños y patadas. Los centros de habla, memoria, etc. que en cualquier ser humano se encuentran en el cerebro, el idiota violento los posee en sus extremidades. Por eso cada vez que hace uso de éstas, su capacidad se va deteriorando.


Esto aprendí en el F.L.I. Aunque faltan varios, me parecen datos valiosos que todos debemos tener a mano cuando nos encontramos con idiotas de cualquier clase. Para ganar batallas hay dos consignas muy conocidas. Primero, cuanto más se conozca del enemigo, más ventaja tendremos. Segundo, el famoso refrán “keep your friends close, and your enemies closer” (y sí, lo puse en inglés porque me gusta más así), “mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos todavía más”.
Esto, con los idiotas, por favor, no traten de aplicarlo. El riesgo de contagio es muy alto.

28 de abril de 2008

Buenas tardes, mi nombre es nro.352523, ¿en qué puede explotarme?

Cada vez que me agarra la desesperación por tener nuevamente trabajo –o debería decir simplemente dinero propio–, entro a páginas estilo Compu Trabajo, Boomeran, Clarín Clasificados, esperando que alguno de los pocos CVs que envío pique y consiga ese trabajo, no soñado, pero bastante aceptable: pocas horas, cercano a la facultad o mi domicilio, y de suelo razonable.
Pero poca suerte he tenido hasta ahora. Ninguno de esos mails correctos que envío son respondidos. Hasta les mando mi mejor foto, ¿qué pasa?.
Y entonces, ahí es cuando sucede. La desesperación me gana, y mando –internamente rogando que no me contesten- mi currículum a uno de esos call center de cuatro horas de trabajo, o de fines de semana. Aunque yo sé bien, que no quiero volver a esos lugares sin ventanas, con comedores pequeños (porque saben que muchos no pueden tomarse el break al mismo tiempo, entonces, para qué construir uno con más espacio), alfombrados, con los “box” impersonales, en los cuales en general no se puede pegar ni una foto de tu perro, de tu novio, o del perro de tu novio, o sí te permiten pinchar una tímida chinche, pero tu compañero invisible de box, ese que lo usa en el turno que le sigue al tuyo, lo saca porque le molesta.
En fin, continuando con mi desesperación. Envié el siguiente mail:
Dear Ms. Soledad:
“I would like to apply for the client consultant position advertised in CompuTrabajo. As requested, I am sending attached my resume. My shift availability would be in the afternoon, followed by night, and morning shift.
I have experience in costumer consultant. I worked several times as an assistant in tango classes for foreing students, and I also worked in festivals specially created to sell products in English.
You can see in my resume my job experience and references in detail.
I can be reached in my cell phone or my house number. Thank you for your time and consideration. I look forward to have the opportunity of being considerate for an interview.
Sincerely,…”
¡Y me respondieron! Me llamaron al día siguiente, y yo con voz de dormida desocupada le contesté que sí, que iba a la entrevista a las cuatro de la tarde.
Fui, me tuvieron esperando una hora y media (en serio), de vez en cuando pasaba una chica exageradamente arreglada, con strapless blanco, pantalón pegado y tacos de 20 cm, y nos decía a las dos que estábamos esperando: “¿Chicas están esperando para la entrevista?”, yo respondía que sí, que estaba esperando para la entrevista con una mujer llamada Patricia. La chica al lado mío no decía ni una palabra. Cuando llegaba más gente, la chica pasaba nuevamente y variaba la pregunta: “¿Chicos (porque ahora había hombres y mujeres), están esperando a Patricia?”. En frente mío había un enorme mapa de Italia, y detrás uno más pequeño sobre mi cabeza de EEUU y Canadá. Silencio. Ya éramos seis, nos iban trayendo sillas pero para el séptimo no quedaba. Nos empezamos a mirar las caras, yo ya estaba harta del mapa. Tiré un chiste, “Bueno..por lo menos me aprendí la geografía de Italia”, un chico se rió bastante, la chica de al lado mío seguía en la suya.
Escucho a gente que atiende llamadas entrantes de España, tratando de imitar el acento. En esta hora y media conocí la voz de María.
María es una chica, que al parecer es nueva, ya que escuché reiteradas veces que le marcaban errores. Ella habla muy alto, tan alto que la podía escuchar desde donde estaba. Y decía cosas como “Miguel, te acuerdaz de mí, zoy María de la empreza Piringuinguin Banda Ancha, hablamoz el día martez. ¿Tú ezz interezado en la promozión de la cual hemos hablado, de…?”. El problema es que María gritaba y no le salía para nada bien el acento español. Compadecí a las personas de los boxes cercanos.

Por fin, ¡VINO PATRICIA!, pero me dijo que iba a tener la entrevista con un hombre que no recuerdo cómo se llamaba. Lo que dura la entrevista sigo con el signo pesos en mi cabeza, y pensando “Bueno, este call center es un poco más lindo del que trabajé, por lo menos tiene una ventana en el comedor y mesa de madera.”. El otro tenía mesa de plástico blanco.
Me tomaron una prueba a ver si podía chatear en inglés. Y después vino el hombre que me dijo la entrevista y me preguntó si me interesaba el trabajo. Le dije que sí, y me felicitó. “Venite mañana a las 13.30”.
Fui sin saber aún si iba a trabajar o a otra clase de Geografía. Procuraría sentarme del otro lado para aprenderme la de EEUU y Canadá.
Pero fue más rápido el trámite. Descubrí sobre la marcha que estaba para el “training”. Patricia daba el training. Muy emocionante. Con devoción nos explicaba el funcionamiento del programa, por el cual teníamos que responder con chamuyos “serios” a gente de Estados Unidos que nos preguntaban cosas del futuro, como si fuésemos una suerte de tarotista, psíquico, o espíritu celular. Patricia se hacía la inocentona dulce, y nos contaba de los “happy users” que le han agradecido muchas veces por su significativa contribución en sus vidas, o de aquellos pornográficos mensajes a los cuales debemos responder con un botón de advertencia.
Me sentaron con Natalia, quien ya tenía un mes y medio allí. Natalia hacía varias cosas mal, por ejemplo: les ponía en todos los mensajes cosas como “Pirulito, honey..”, o “Minguita, sweety”, cosa que Patricia había dicho no teníamos que hacer en demasía. Natalia no tenía ganas de trabajar, y con la excusa de entrenarme, mientras ella iba al baño me dejó contestando algunos mensajes. Le contesté a Ashley –que no sé si era hombre o mujer-, y a Lynae. Cuando llegó Natalia leyó que en respuesta a algo que le había dicho me había contestado: “aw =) thanks!!”, y me felicitó. “¡Eso es para vos! Es un happy user”.
Y este es un día tranquilo, me dijo sin un respiro. Porque era fin de mes y los yankis no habían cobrado aún, por lo que tenían menos dinero para enviar mensajes de texto.
Me despedí de gente que no iba a ver otra vez en mi vida, y me fui para no volver a pisar un piso alfombrado con jardín de boxes nunca jamás.

24 de abril de 2008

Querido Cicerón...

Luego de una charla con una amiga, me quedé pensando en la importancia de las cartas. De hecho, tan importantes son que hasta existe un género literario llamado género “epistolar”, al que pertenecen justamente aquellas obras escritas en forma de carta.
En la Epistolografía encontramos distintos tipos de cartas: privadas, públicas, oficiales, abiertas, doctrinales, científicas, poéticas, etc.
Hay muchos libros que nos develan la correspondencia de escritores célebres, con cambios drásticos o pequeños (dudo que no haya ninguno), lo que me lleva a recordar –porque no es ninguna novedad- que a las personas nos encanta husmear en la intimidad de los demás.
Algunos pecan de entrometidos, otros simplemente alguna vez en su vida han hundido sus narices en puño y letra ajenos.
Las que más me importan son las cartas privadas. Creo que son poderosas, ya que unas hojas de papel pueden arruinar la vida de alguien en solo minutos. En general éstas destructoras impiadosas son las cartas que se esconden, en las que encontramos la verdad. Por algo están escondidas.
Creo que todos deberíamos quemar aquellas cartas que contienen cosas que jamás quisiéramos revelar, y aunque suene una obviedad, la mayoría no lo hacemos. Las guardamos, así como los diarios íntimos, en lugares que creemos no pueden ser violados por nadie y confiamos en que padres, parejas, ó hijos, no van a violar nuestra privacidad.
Mentira. Todo el mundo busca en algún momento violar la privacidad de otro. O hasta a veces se topan con algo que no esperaban por accidente. No digo siempre, repito, no estoy de acuerdo con esa gente que se da las contraseñas con su pareja o que les revisan el celular antes que el dueño mismo del teléfono vea lo que le están enviando. Pero a la larga o a la corta, cuando hay una sospecha, hay curiosidad también.
Las cartas olvidadas en un cajón pueden ser mortales, pero aún peor son las cartas que escribimos pero no conservamos en nuestro poder, que están en manos del destinatario.
He escrito algunas cartas en las que puse mi alma, por lo que es un poco angustiante no saber si un pedazo de mí ha sido tirado a la basura, quemado o guardado en el fondo de un cajón. O aún peor, leído por otra persona que no sea a quien la dirigí.
Creo que mi reflexión termina acá. Simplemente: dejen de escribir cartas, y digan todo a la cara.

23 de abril de 2008

Amor platónico, ¿asexual?

Sí. Sé que estuve perdidisima durante estos meses. Pero retomo con un texto que escribí hace bastante, que al leerlo me dieron ganas de escribir más cosas y compartirlo nuevamente.

Acá va...

Creo que hay tres poderosas fuerzas que mueven al mundo: el amor, el sexo y el dinero. El orden depende de cada persona, pero en mi opinión, son esas tres fuerzas que hacen que nos levantemos para tratar de conseguir alguna de ellas. Por ende, voy a empezar con un post sobre la que me parece más importante: el amor. Pero en este caso el amor platónico. Ésto fue escrito a altas horas de la madrugada, a raíz de una discusión sobre si el amor platónico era asexual o no. Está en criollosófico, así que es bastante entendible. Pero antes, las palabras de un gran pensador moderno.....¡¡JERRY SEINFELD!!:
"Apparently Plato, who came up with the concept of the platonic relationship, was pretty excited about it. He named it after himself. He said ``Yeah, I got this new thing-- "platonic". My idea, my name, callin' it after myself... What I do is, I go *out*with the girls, I *talk* with them-- don't *do* anything... and go right home. What'dya think? I think it's going to be *big*!''I bet you there were other guys in history that tried to getrelationships named after them, but it didn't work. Y'know, I bet you there were guys who tried to do it, just went: ``Hi, my name's Rico. Would you like to go to bed immediately? Hey, it's a *"Riconic"* relationship...'' Jerry Seinfeld. Episodio 103.


Y en español, finalmente, mi reflexión sobre el amor platónico...(parece larga, pero tiene una sola página de word che!)

Debido a la ardua discusión que se presentó el día sábado con respecto al amor platónico y su condición asexual o sexual, me he puesto a investigar sobre el tema.Primero quiero aclarar las diversas posibilidades de definición de AMOR PLATÓNICO. La más común y mundana es la de “amor imposible”. Luego está el amor ideal, el amor celestial, puro y el amor eterno también. Todas estas son definiciones posibles que se relacionan con el supuesto concepto de amor platónico. Podemos, a mi manera de ver, encontrar una parte cierta en cada una de las definiciones, pero como la intención es en realidad saber si este amor imposible, ideal, celestial, puro o eterno, es asexuado o no, voy a concentrarme en eso.Tomando el sentido literal de la palabra platónico, es obvio que viene de Platón. Platón nos remite a la teoría de las ideas, a rechazar lo que los sentidos nos presentan y tomar como verdad lo que la razón y el alma alcanzan. Fundamentalmente, a buscar la perfección y la belleza, con la cual el alma se eleva.Por ende, siguiendo con Platón, tomaré la obra El Banquete para tratar de develar el misterio.Hay siete discursos por distintos “personajes”, el primero es el de Fedro que identifica a Eros (el amor) con la pasión sexual y lo califica como el más antiguo de los dioses. Fedro dice que Eros es el causante de los mayores bienes e inspira valor y sacrificio personal (por el ser amado).El segundo discurso es de Pausanias, considera que hay un Eros Celeste y otro Vulgar. Dice que si un Eros Vulgar une a dos personas, ese amor será grosero y egoísta, pero si el Eros Celeste los une, todo entre los amantes está permitido porque los cuerpos de ellos serán solo el conductor del sublime amor de las almas.El tercero es de Erixímaco, que admite esta imagen de los dos Eros, pero para él este Eros Celeste y el otro Vulgar, se traducen en un Eros Buenos y otro Malo. El bueno es cauteloso, y evita los excesos. El otro, es destructivo. La diferencia entre Erixímaco y Pausanías, es que Erixímaco piensa que el amor es bueno, no importa el objeto, siempre que no sea excesivo. Aristófanes expresa en su cuarto discurso que, en un principio los hombres tenían dos cabezas, cuatro piernas y cuatro brazos. Y con respecto a su condición sexual, había tres clases de humanos: algunos tenían sexo masculino Y femenino, otros tenían dos sexos masculinos y otros dos femeninos.Esta raza de hombres se enfrentó a los Dioses, y Zeus como castigo partió a cada uno en dos con un rayo dividiéndolos en dos mitades. Por esto, Eros intenta unir lo separado por Zeus, y los humanos pasan la vida buscando esta mitad que les falta. No importa el sexo.Agatón interviene, pero en realidad se limita a agasajar a Eros. Es en ese momento cuando interviene Sócrates, y dice que Eros es deseo, pero que solo se desea lo que no se tiene, que falta. Si se ama algo que se tiene, es porque se desea seguir teniéndolo en el futuro (amar a alguien es entre otras cosas querer que viva por siempre). Por eso Eros no es en sí bello ni bueno, sino que es deseo de lo bello y de lo bueno. Sócrates dice que estos conocimientos sobre Eros se los enseñó la sacerdotisa Diotima. Según ella, Eros no es exactamente un dios, sino un daimon (un ser intermedio entre dioses y mortales). Es hijo de Penia, la carencia y Poros, el recurso. Por su madre desea lo que no tiene, y por su padre no cesa por conseguirlo. Es el deseo de poseer siempre lo bueno. El deseo de procreación en lo bello y el ascenso desde las cosas bellas hasta la belleza en sí. Claramente la condición de daimon de Eros define esta última idea: el amor platónico: busca la belleza pero sin rechazar su origen, es decir de lo bello a la belleza perfecta.En ese momento llega Alcibíades ebrio, saluda a Sócrates y lo pondera. Bajo los efectos del vino, Alcibíades comienza a contar que en su juventud estaba profundamente enamorado de Sócrates, pero que éste recibía sus iniciativas con simpatía pero con distancia. Y que una vez, se introdujo en el lecho de Sócrates y éste no lo apartó, pero que por la mañana, cuando se levantó, Alcibíades sentía que había dormido con su padre o hermano. Es decir, que Sócrates finalmente no había cedido y este amor tan buscado por Alcibíades no se había consumado. Esto nos revela, FINALMENTE, la naturaleza del amor platónico.No se trata ni del deseo sexual solamente, como decía Fedro, ni de un amor superior o celeste, como planteaba Pausanias, ni del amor prudente de Aristófanes. El Eros platónico no niega su origen en lo inferior, pero busca este ascenso que realiza el que ama, y que persigue a la vez el ascenso del amado.Entonces, por lo menos desde este punto de vista filosófico, el amor platónico es fundamentalmente, el amor imposible. Lo cual no significa suprimir el deseo corporal ni el placer. Ni tampoco la existencia condicional del deseo sexual. Luego de tanto banquete griego, volvimos a la primera definición mundana y vulgar del llamado amor platónico.

7 de enero de 2008

L' amour, hum hum, pas pour moi.

L’ Amour (El amor)
Canción de Carla Bruni. Traducción patética y no confiable de Lolá (c'est moi).

L'amour, hum hum, pas pour moi,
Tous ces "toujours",
C'est pas net, ça joue des tours,
Ca s'approche sans se montrer,
Comme un traître de velours,
Ca me blesse, ou me lasse, selon les jours


El amor, mm mm, no es para mi.
Todos esos "para siempre",
No es claro, juega a dar vueltas,
se acerca sin mostrarse,
como un traidor de terciopelo,
Que me hiere, o me cansa, según los días.

L'amour, hum hum, ça ne vaut rien,
Ça m'inquiète de tout,
Et ça se déguise en doux,
Quand ça gronde, quand ça me mord,
Alors oui, c'est pire que tout,
Car j'en veux, hum hum, plus encore,

El amor, mm mm, no vale nada.
Me preocupa por todo,
se disfraza por suave,
cuando en realidad truena, cuando en realidad muerde,
entonces sí, es lo peor de todo,
ya que quiero, mm mm, más aún.


Pourquoi faire ce tas de plaisirs, de frissons, de caresses,
de pauvres promesses ?
A quoi bon se laisser reprendre
Le coeur en chamade,
Ne rien y comprendre,
C'est une embuscade.

¿Por qué este monton de placeres, de escalofríos, de caricias,
de pobres promesas?
Por qué volver a empezar
El corazón alerta,
no hay nada, y comprende
que es una emboscada

L'amour ça ne va pas,
C'est pas du Saint Laurent,
Ca ne tombe pas parfaitement,
Si je ne trouve pas mon style ce n'est pas faute d'essayer,
Et l'amour j'laisse tomber !


El amor ya no se usa,
No es de Saint Laurent
No cae perfectamente
Si no encuentro mi estilo no es porque no intenté,
¡y al amor dejé caer!

A quoi bon ce tas de plaisirs, de frissons, de caresses, de pauvres promesses ?
Pourquoi faire se laisser reprendre,
Le coeur en chamade,
Ne rien y comprendre,
C'est une embuscade,

¿Para qué este montón de placeres, escalofríos, caricias, de pobres promesas?
Porqué volver a empezar,
el corazón alerta
no hay nada, y comprende
que es una emboscada

L'amour, hum hum, j'en veux pas
J'préfère de temps de temps
Je préfère le goût du vent
Le goût étrange et doux de la peau de mes amants,
Mais l'amour, hum hum, pas vraiment !


El amor, mm mm, no lo quiero
Prefiero de tiempo en tiempo
Prefiero el gusto del viento
El gusto extraño y suave de la piel de mis amantes,
Pero el amor, hum hum, ¡no realmente!