27 de diciembre de 2007

Biblioteca mon amour. Un libro para cada necesidad.

Estoy cansadísima. Tengo manos y pies negros, y para que se den una idea del desorden de mi habitación (es decir, MÁS desorden del usual), cuando quise sentarme en la computadora a escribir esto, por un segundo no encontré el teclado.
Hace dos días trajeron las cajoneras y la tabla de madera que usaré a modo de escritorio, mesa de computación y tal vez de televisión. Hoy llegó lo que más esperaba: la biblioteca.
Las tres cajas más grandes que tengo de la mudanza son de libros, por lo que ponerlos en la biblioteca hace que tenga mucho más espacio en el cuarto. Pero por Dios, ya me había olvidado lo que era subir y bajar cajas enormes, soplar el polvo de esos libros que jamás volví a tocar en mi vida, acomodarlos obsesivamente para ver dónde pongo cada uno y qué posición. Si pongo los de edición de bolsillo horizontalmente ahorro espacio, ¿o no?, ¿y dónde pongo los libros de poesía, al lado de los de Teatro o cerca de los de Filosofía?.
Encontré de todo: desde literatura argentina, inglesa, fantástica, filosofía, ensayos, novelas, astronomía, libros de cuentos, esoterismo, antologías, libros basura (de esos como “La condesa hereje” o “Forastera”, creo que sus títulos dicen todo), libros que leí de muy chica (con formitas de colores), de adolescente, y libros que no leí nunca o que leí cuatro veces.
Me puse a reflexionar que la biblioteca de uno dice mucho. No la biblioteca de la casa, esa no dice nada más que generalidades y cosas inciertas. Pero la biblioteca que está en la habitación propia es esa que celosamente mantenemos cerca, y que no dejamos que la familia acceda tan fácilmente a ella. Mi amiga L. tiene una en su habitación, en la cual se ven desde historietas, libros en inglés, hasta poesía japonesa, y muertes venecianas. Todo acompañado por adornitos como muñecos de lana redondos y un robotito.
Antes de seguir hablando de libros, tengo que parar para comentarles lo que sucedió cuando el chico que la trajo la colocó. Muy simpático, aunque hablaba un poco cumbianchero, con mi madre nos preguntamos cómo diferenciar la parte de arriba de la de abajo en la biblioteca, ya que es igual por donde se la mire. Entonces él me dice: “¿Para dónde crece el árbol?”a lo que contesto “Para arriba” (Sí, soy una erudita), y nos dijo que había que fijarse para dónde iban las rayas de la madera si para arriba o para abajo. Nosotras exclamamos “¡Ahhhhh!” sorprendidas y casi maravilladas. Ahora que estoy pensando, las rayas están como en diagonal y otras rectas, entonces…¿no sería igual para cualquier lado? Las rayas se verían para arriba o para abajo según como quieras pensarlo. Me metieron el perro, y uno hecho de melanina.
Siguiendo con los libros, que fueron de mucha ayuda a la hora de medir la distancia del escritorio en la que yo quería la biblioteca, creo que son cómo –o mejor- que las canciones. A todos nos pasó alguna vez escuchar una canción y que instantáneamente se nos partiera el corazón por unos segundos, o tratar de contener la sonrisa tonta en medio del colectivo.
Cuando sacaba los libros de las cajas me daban muchas ganas de reírme, y al encontrarme con otros me puse triste.
Saqué los libros de Paulo Coelho con vergüenza, y los que hablan de Ana Bolena con una sonrisa, los de Harry Potter con melancolía, de Jostein Gaarder con felicidad, y de Benedetti con amor.
Recordé la primera vez que me impresionó un libro. Uno que ni siquiera leí, pero había ido a una librería con mi mamá, y ella le preguntó a una chica si tenía algún libro para las personas que había perdido un familiar o algo por el estilo sobre la muerte de un ser querido, ya que mi tía había muerto. Buscó, le mencionó los títulos que tenía, mi mamá hojeó algunos y decidió comprar uno.
Lo que me sorprendió fue que ella tenía una necesidad, fue a buscar a una librería, y se llevó un libro supuestamente para esa necesidad. Eso con mis ojos de doce añitos o menos, fue bastante raro.
Por eso rememoré algunos libros que cubrieron mis necesidades, caprichos o particularidades en estos años, y así surgió la lista a continuación.

Libros para...

..enternecerse: Chocolate, Joanne Harris.

..reírse: La doncella de Orleáns, Voltaire.

..reírse a lo argentino: El que tiene sed, Abelardo Castillo.

..reírse a lo inglés: Pigmalión, George Bernard Shaw.

..una nena de catorce años: La princesa que creía en los cuentos de hadas, Marcia Grad.

..una Susanita típica: Cuentos de amor, recopilación de distintos autores (Colección: “El pozo y el péndulo” de Editorial Panamericana).

..aprender a escribir un diario personal como Dios manda: El diario secreto de Ana Bolena, Robin Maxwell.

..leer una vieja novela romántica al punto de asquerosa: Sensatez y sentimientos, Jane Austen.

..sacar el morbo y crueldad de adentro: Amores brutales, Carlos Chernov.

..que te explote el corazón: El amor, las mujeres y la vida, Mario Benedetti.

..que te explote el corazón de tristeza porteña afrancesada: Salvo el crepúsculo, Julio Cortázar.

..aprender cómo asustar a los campesinos y ciudadanos ilusos: Seres mitológicos argentinos, Adolfo Columbres.

..viajar a otro mundo: El mundo de Sofía, Josein Gaarder.

..para poder zafar intelectualmente de acusaciones: Fuente Ovejuna, Lope de Vega.

..alimentar la cursilería dolorosa: alguna antología de Alfonsina Storni.

..leer y querer haber vivido allí y en esa época: De profundis, Oscar Wilde.

..leer en verano, creo: El amor en los tiempos del cólera, García Marquez.

..disfrutar en una tarde: Crónica de una muerte anunciada, García Marquez.

..regalar a un chico narigón: Poesía amorosa, Quevedo.

..regalar a cualquier persona: El alquimista, o el último que saque Paulo Coelho.

..regalar a un hombre loco y bueno: Poemas de Almafuerte.

..desmitificar que los libros que nos daba la profesora en el colegio eran malísimos: Martín Fierro, José Hernández.

..conocer un poco del universo y de paso tener algo más para chamuyar: Historia de las estrellas, Mariano Ribas.

..delirar cotidianamente: Bestiario, Julio Cortázar.

Y por último,

libro para hacer el amor por amor al arte: Zona de clivaje, Liliana Heker.

Me voy a seguir ordenando..

3 comentarios:

Ancladas en la brisa dijo...

Sugerencia, si no leíste "Mi planta de naranja-lima", hacelo! Es una puñalada al corazón. Aún me arranca lágrimas, pero vale la pena.
Saludos!

PD: Escribís lindo!

defenzor dijo...

ola!!!

Por acá conociendo!

Yo (Blogger) dijo...

Gracias por pasarte por el blog ! voy a tener en cuenta los libros que recomendas... nos vemos y esperamos mas comentarios tuyos y todo gracias...